Así volvía del trabajo, así, hoy luego de la reunión en el trabajo. Derrotada, con mi enterito azul y el As bajo el brazo. Snif, snif.
En realidad, me siento con tanto presente que creo que soy poco derrotable-salvo-por-algunos-momentos.
En realidad, el dibujo es de un libro que aún no terminé.
2 comentarios:
Un cientifico puede observar un cerebro, sin vida, en un laboratorio de un hospital público, por ejemplo. Puede, luego, mandarle un mensajito a su mujer diciéndole que esta noche no lo espere a cenar. Decidir, en cambio, que prefiere quedarse observando ese cerebro hasta lograr averiguar, (sin duda lo conseguirá), la forma en que la persona que… digamos sin mayores precisiones… ocupó ese cerebro, bueno, la forma en que vivió eso que se movía y que tenía este cerebro en la cabeza.
Cuatro días después, el científico había perdido el entusiasmo, y a los pocos meses se quitaba la vida colgándose del aire acondicionado de su psiquiatra.
(Una voz decía: podrás mirar mis ojos, pero no mi alma. Podés arriesgar una palabra, una teoría quizás, pero nunca serás capaz de tocarme en lo que soy. Mira las partes de mi cerebro, mira su funcionamiento mediante métodos electónicos. Hacé lo que quieras con mi cerebro, porque nunca podrás observar lo que viví en un mundo de seres humanos).-
Cómo colgar una cuerda del aire acondicionado. No es creíble esa muerte infame.
Publicar un comentario