viernes

daniel es malo como un demonio.





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Además.


Federico duerme con un ojo abierto, de verdad que lo juro que sí.

Alguna noche -muy pocas-, llego tarde a casa y sola. Federico me recibe en la puerta.
Se tira, se retuerce para que le salude. Le saludo, le rasco entre las orejas, le digo lo guapo que es, me trago sus pelos mientras le huelo el cuello.

Daniel ya está en la cama. Me abrazo a él y lloriqueo un poco de felicidad.

Aunque a veces, no hace falta ni que vuelva tarde ni nada, simplemente siento una absoluta felicidad.
Y mi mente no me dice nada de nada, sólo observa desde lejos, mientras disfruta ¿mentalmente?.

Últimamente he pensado en las rubias, en si realmente son especiales o qué mierda.

A una rubia recién presentada le dije que me sonaba a alguien y le pregunté que dónde podría haberla conocido. Me dijo: "en ningún sitio". Y yo: "Okey, es verdad, si es que las rubias sois todas iguales".


Pero yo mentía un poco.

Hoy he visto este video de Cristina, una de las pocas rubias que le gustan a Daniel.




martes

Lavapiés.


Hay días en los que te reconcilias un poco con Lavapiés.
Ayer subía caminando por la calle que le da nombre y ví a unos policías cacheando a unos negros.

A pesar de ello, seguí caminando extrañamente feliz. Dos niños con pulmones como agujas se perseguían calle arriba. Un chico joven los arengaba. Éramos varios los que sonreíamos.

Llegué arriba aún extrañamente feliz.

Supongo que lo de la devolución de Hacienda habrá ayudado.

sábado

Transformación animal: el placer.






Vuelvo a Chinchón.

Después de montar a caballo
no viendo el río,
volvimos a la finca a dejarlos en paz.

Eran varios, y los peones los lavaban a manguerazos.

Los alfiles observábamos sentados mientras tomábamos una cerveza.
Llegó el rey. Nos preguntó si queríamos lavar al nuestro.

Daniel dijo que sí. Yo hice de fotógrafa.

Empezó por el cuerpo como habían hecho los otros.
Hasta que llegó a la cabeza y el caballo flipó.

Creo que no se lo habían hecho antes.
Reíamos los tres de placer, hasta que llegó el rey,
yo creo que un poco irritado,
para decirnos que ese momento se había acabado.

Y así fue, nos tomamos otra cerveza y nos fuimos al hotel en su coche.

Hablamos de ajos, se conoce que el hombre los cultiva
y era famoso por ello.